Cuando volvamos a vernos

11 de Abril de 2020

 
El mundo entero está anhelando el día en que la pandemia pase y volvamos a reencontrarnos, a saludarnos, abrazarnos y agradecer por la vida. La Fe cristiana celebra en este día la fiesta central de la Fe, la fiesta del triunfo de la vida sobre la muerte y sobre todo mal. El triunfo del bien.

Me impresionó el testimonio de la hija del presidente del club de fútbol Barcelona. “Somos una familia millonaria, pero mi padre murió, sofocado buscando algo que es gratis. Aire.” De una vez por todas tenemos que entender que en el dinero no está la salvación ni el sentido de nuestras vidas. Acumularlo no sirve y daña.

Lo que se puede esperar de la experiencia creyente es que ayude a encontrar un sentido a la vida, a lo que vivimos cotidianamente y a aquello que proyectamos de cara al futuro. Hoy vemos cuestionadas las respuestas que nos hemos dado como humanidad y, al no tener respuestas, aparece el miedo y la confusión. Esto sucede porque al mirar el futuro no tenemos claridad. Para disiparlos hay que vivir el tiempo presente. No intentemos repetir ni trasladar las rutinas que hemos tenido hasta ahora, hay que abrirse a una novedad que, comprenderemos poco a poco, pero en la que ya sabemos, no tiene valor el acumular, creerse todopoderosos y pensar que en la vida podemos hacer de todo y, cuando queramos.

El encuentro de los discípulos con Jesús disipa el miedo y la confusión. Ellos después de su muerte, estaban encerrados, llenos de miedo y confundidos. Después de la muerte, como sucede con cada muerte, viene la ausencia. Ya no vemos ni tocamos a quien ha partido. Por ello, la fe en la resurrección es tan significativa y original.

El mensaje de Jesús resucitado es simple y significativo. “No tengan miedo”, no se confundan “soy yo” y muestra sus heridas. Les da la paz y les invita a perdonar. Vuelve a ser el centro de la vida de sus discípulos. Provoca el reencuentro, retorna la cercanía, sopla sobre ellos e invita a tocar las heridas, a Tomás le dice “trae tu mano” y vuelve a tocarme, “pon tu dedo en mi llaga”.

Cuando, pasada la pandemia, volvamos a vernos, volveremos a tocarnos, lo haremos con respeto sabiendo que estamos heridos. Nos daremos la mano, abrazos y caricias. Lo haremos sin dañarnos. Lo único que interpondremos con el otro será la experiencia del perdón, nos ayudará a no ofendernos y a convivir en familia, en el trabajo y, en el planeta, de manera más humana y más humilde. Si eso hacemos, habremos aprendido que no somos dioses, que un día nos herirá la enfermedad o la muerte, que la vida tiene sentido y vale la pena vivirla y respetarla. Ese es el significado de este domingo, si celebramos la resurrección es que ha triunfado el bien para todos. Feliz Pascua de resurrección.

Luis Flores Quintana
Sacerdote Diocesano

PUBLICADO EN DIARIO LA CRONICA
CHILLÁN 11 ABRIL 2020